Novela-enigma

    Revista de la Universidad de México - Eduardo Antonio Parra 

    2017 no. 158

    Novela-enigma, Morirás lejos fue publicada por José Emilio Pacheco hace medio siglo, en 1967, durante un periodo literario de renovación y riesgo. A partir de una anécdota en apariencia banal, la obra, que por fin regresa a librerías, entreteje una serie de referencias y episodios históricos definidos, todos ellos, por el signo de la destrucción y el exterminio del hombre por el hombre.

    En los últimos meses Ediciones Era ha puesto en circulación dos títulos de José Emilio Pacheco que, si bien ya eran considerados imprescindibles en el panorama de nuestra literatura, resultaban imposibles de conseguir: la novelaexperimental Morirás lejos y la recopilación de columnas periodísticas Inventario. Morirás lejos, luego de algunas ediciones en la editorial Joaquín Mortiz, y de haber aparecido en la serie Lecturas Mexicanas de la sep, había estado fuera de circulación por más de veinte años, mientras que los artículos, reseñas, crónicas, entremeses, fragmentos narrativos, ensayos y traducciones que constituían las colaboraciones semanales del autor primero en “Diorama de la Cultura”, antiguo suplemento cultural del periódico Excélsior, y después por muchos años en la revista Proceso, nunca habían sido reunidas para ponerlas a disposición de los lectores, a pesar de que hubo antes algunos intentos. Con estas dos publicaciones, que estaban haciendo falta, se podría asegurar que lo esencial de la obra de quien fuera el hombre de letras más completo de la segunda mitad del siglo xx en México se halla al fin al alcance de todos. Escritor multidisciplinario, José Emilio Pacheco fue demiurgo de un par de novelas breves consideradas obras maestras por críticos y lectores tanto nacionales como extranjeros, Las batallas en el desierto —que constituye con Pedro Páramo, de Juan Rulfo, y Aura, de Carlos Fuentes, la tríada novelística más conocida en el país— y la referida Morirás lejos, que hasta hace unas semanas debía ser rastreada en librerías de viejo o fotocopiada por quienes querían adentrarse en sus páginas.

    Pacheco concibió su novela a mediados de la década del sesenta, cuando la fiebre experimental recorría gran parte de las literaturas occidentales debido al influjo de autores como Alain Robbe-Grillet y los seguidores de la nueva novela francesa, en un momento en que los novelistas se cuestionaban en serio las técnicas y estructuras del realismo convencional, al no considerarlas ni adecuadas ni suficientes para reflejar una idea del universo que había saltado en pedazos tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. A la pregunta de ¿cómo narrar una realidad que no ofrece certezas ni es estable?, diversos escritores enfocaron sus esfuerzos en la búsqueda de un lenguaje que fuera capaz, no de ordenar el caos de los hechos, sino de plasmar la incertidumbre que embargaba —y aún lo hace— a la conciencia humana, que expusiera las dudas, los temores, la incredulidad y falta de esperanza de una generación al borde del abismo. Y aunque ya venía de tiempo atrás, fue acaso en los sesenta cuando se consolidó la tendencia de la novela como un instrumento de interrogación, un objeto narrativo que plantea preguntas en lugar de ofrecer respuestas. Los sesenta. Una década llena de cambios, intensa desde el punto de vista histórico y artístico. No es casual, por ello, que en ella se hayan sentado las bases de todo lo que vendría después en diferentes disciplinas, artes plásticas y visuales, teatro, música. Tampoco es casual que se hayan originado en ella obras maestras incuestionables. Si pensamos en el cine, por ejemplo, en 1965 se estrenó el mediometraje La fórmula secreta, de Rubén Gámez, donde tuvieron... leer más